Por Soledad Narváez y Martin Thiel, Esmoi

En Chile los Científicos de la Basura reúnen escolares de todo el país que han monitoreado la presencia de residuos sólidos (basura) en el borde costero y en áreas silvestres.

Las investigaciones científicas tratan de responder preguntas científicas. Generalmente son científicos profesionales y sus equipos quienes se encargan de responderlas a través de investigaciones formales. Hace algún tiempo se está acuñando la expresión “ciencia ciudadana” para referirnos a aquella instancia que cuenta con la participación activa, en el proceso de investigación formal, de miembros voluntarios de la comunidad.

Los ciudadanos voluntarios son parte del equipo de trabajo, podríamos llamarlos científicos no profesionales o amateur, pero preferimos llamamos “Científicos Ciudadanos”. Ellos aportan directamente con su esfuerzo intelectual o dando soporte con las herramientas y recursos con los que cuentan. Los científicos ciudadanos están regalando su tiempo porque están motivados, les gusta la ciencia aunque no se dediquen a ella de manera profesional, tienen la inquietud y han sabido canalizarla a través de sus aportes a una investigación formal. En la actualidad, en todo el mundo, muchos centros de estudios y universidades realizan investigaciones con la participación de científicos ciudadanos. En el proceso de investigación los científicos ciudadanos pueden tomar datos, analizarlos o hacer otros aportes que contribuyan a optimizar los tiempos y enfocar los esfuerzos.

Hay quienes pudiesen cuestionar la rigurosidad en el proceso, y debemos aclarar que hay acciones más complejas que quedan siempre en manos de profesionales especializados. Sin embargo, hacer una buena fotografía con un teléfono inteligente y subirla a un portal web para identificar una especie es una tarea válida y viable: cuando miles de personas lo hacen, en distintos países del mundo, se forma una red con tan alto poder de recolección de datos que el impacto se traduce en una investigación de altísima calidad. Esto ocurre en la plataforma inaturalist (ver www.inaturalist.org) en el cual miles de personas de todo el mundo registran especies a través de fotos. La experiencia del Cornell Lab of Ornithology, en EEUU, y su plataforma Ebird ha contribuido a establecer patrones de nidificación y migratorios de aves en una superficie extensa del mundo y con una velocidad que no se compara a la que se pudiese alcanzar con un equipo de ornitólogos profesionales del instituto.

Poder estar en el lugar preciso y en el momento justo es una condición valiosa que muchos científicos ciudadanos poseen, iniciativas como Ocean Eyes en Tarifa, España, realiza censos de especies con el aporte de buceadores recreativos usando el método RDT (Roving Divier Transect ) de la organización REEF (Reef Environmental Education Foundation). Toman datos en los transectos habituales de buceo y utilizan materiales de muy fácil acceso. Los buceadores son entrenados en el uso del método y en reconocimiento de especies. Experiencia como ésta son aplicadas en distintos lugares del mundo; uno de los programas más conocidos es el de la organización Reef Life Survey, creado en la Universidad de Tasmania, Nueva Zelanda, cuyos resultado reportan información relacionada con más de 3500 especies marinas en más de 2.000 sitios en 40 países.

En Chile los Científicos de la Basura reúnen escolares de todo el país que han monitoreado la presencia de residuos sólidos (basura) en el borde costero y en áreas silvestres; sus aportes han derivado en publicaciones que han sido usadas, incluso, en materia legislativa. El portal www.Chilecientífico.org expone algunas de las iniciativas que cuentan con ciencia ciudadana para el logro de sus objetivos. ¿Por qué es importante la ciencia ciudadana en Chile?  Como en todo el mundo la participación activa de los ciudadanos, en todos los procesos de crecimiento, enriquece el diálogo entre los diversos actores: sociedad-academia-tomadores de decisiones. El Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas  (ESMOI) ha asumido el desafío de implementar y potenciar la ciencia ciudadana en nuestro país y ha empezado el proceso de generar espacios de diálogo entre la ciencia formal y la comunidad, facilitando acciones educativas, escuchando las inquietudes de aquellos que se beneficiarán de los avances científicos y buscando códigos que permitan abrir las puertas de los laboratorios para que la ciencia formal sea parte del cotidiano, para que más ciudadanos motivados disipen la niebla que, a veces, rodea el quehacer científico y formen parte activa de la construcción del conocimiento.